Estuve visitando un hermoso lugar llamado, Jardín el Capricho, fue comenzado a construir a la orden de la Duquesa de Osuna, Doña María Josefa Alfonso Pimentel en 1787 y finalizado en 1839.
Estando allí, no puede dejar de pensar en innumerables cosas, algo que me pasa a menudo, y una de ellas era el por qué un lugar tan bonito tiene connotaciones que pueden variar desde puntos de vista diferentes.
Normalmente se puede asociar esta palabra en su fondo como una actitud no muy sana.
Lo primero que hice para salir de mis dudas fue buscar la etimología de la palabra y tomar valores de sus diferentes acepciones:
La palabra capricho, desciende del italiano –Capriccio- y significa, determinación arbitraria, inspirada por un antojo, por humor o por deleite en lo extravagante y original. Según el Pequeño Larousse, la voz viene de –cabra- un animal cuyos brincos son imprevisibles.
Sin embargo esta última es refutada sosteniendo que viene de –capo- de –caput- (cabeza) y de -niccio-, adjetivo en italiano que significa rizado, para entonces –cabeza rizada-. Es por esto, que en otra connotación de la palabra significa “horripilación y escalofrió”.
Definitivamente puede estar vinculada a una idea o propósito que uno se forma sin razón aparente; objeto de antojo o deseo pasajero; obra de arte que se sale de la norma con ingenio, gracia y buen gusto; pieza compuesta de forma libre y fantasiosa.
Vaya!!! todo esto finalmente no me colocó en contra de una expresión que sin dudas puede como todo ser causa de efectos positivos o negativos, sino que me hizo ver que tanto de innovadora, diferente, insistente, y perseverante puede ser, pero sobre todo motivadora.
Los objetivos son motivaciones a lograr, quien no los tiene, probablemente carece de rumbo.
El caprichos@ sin dudas siempre busca algo, aunque disfrazado y en realidad sin saber para qué.
Dosificado es un ingrediente curioso de gente que triunfa, tras tener siempre objetivos innovadores que ha muchos le parecen solo “CAPRICHO”.