Una vez un amigo me decía que entendía que algunas personas parecían ridículas a razón de que se salían un poco del contexto que él entendía normal (se notaban muy alegres y emocionados).
Los excesos son malos, pero creo preciso puntualizar que dosificarnos de vez en cuando de emociones nos vigoriza en base a ingredientes de la vida para un estado equilibrado. Las emociones son una especie de vitamina vital que tendrá repercusiones positivas, no solo en nosotros sino en los demás.
La alegría de vivir y disfrutar de cada momento, es contagiosa.
A casi nadie le gusta compartir con personas aburridas que solo se dedican o que disfrutan de una sola cosa.
Saber dosificar emociones, es elemental.
En innumerables ocasiones vemos casos de personas que se notan siempre alegres, otras que se ven un poco tristes.
Sin embargo lo importante no es distinguir cual se encuentra en un u otro estado de ánimo y cuestionarles, más bien comenzar por uno mismo, aprendiendo ó enseñando a estar mejor.
Un hombre dueño de sí mismo puede poner término a un dolor con la misma facilidad que puede inventar un placer. (Wilde)
La habilidad moderna no consiste en esconder la emoción, sino en afectarla. (Chesterton).
No solo es ver hacia fuera.
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