Hay una expresión que cita: El que mucho habla mucho yerra.
Consecuencia de esta expresión se me ocurre, que también podemos errar por no decir nada.
La comunicación, esa interacción esencial entre los seres humanos y que mal utilizada es la causante de muchas confusiones, conflictos y desavenencias en general, pero que siguiendo una equilibrada utilización de sus herramientas es la materialización de muchos beneficios no solo emocionales sino concretamente palpables y cuantificables incluso en términos económicos en el mundo de los negocios.
Tal y como decía antes, no decir nada, no comunicar, puede ser grave, tomando en consideración que puede tomar un sentido incierto, no concluyente o difuso.
En el mundo financiero la naturaleza, oportunidad y alcance determinan la comprensión de los sistemas y la confianza que se puede tener en el mismo respecto a los riesgos inherentes de los procesos.
Asimismo es el ser humano en el proceso de comunicarse, obtiene resultados consecuencia de esa interacción, la cual puede ser catalogada o calificada positiva o negativamente tomando en consideración la omisión de informaciones.
Los mayores escándalos financieros han sido producto de la revelación tardía de informaciones importantes para la toma de decisiones.
En la vida cotidiana, ocultar o no manifestar con claridad también es la causa más frecuente de un deterioro de la calidad de las emociones que se comparten.
Aprender y aprovechar la oportunidad del poder de la comunicación, más que provocar errores, potencializa la comprensión, solidaridad, unión y concluyentemente resultados favorables en los diferentes ámbitos de nuestra existencia y la de los demás.
Decir las cosas siempre es importante, solo debemos tomar en cuenta que sea oportuno el momento y el efecto. No es decirlas por decirlas para satisfacer nuestro deseo de expresión, sino para ser honestos con los demás.