Gisela A. De La Cruz Sánchez

Hace poco acabo de leer un libro titulado: Ayudarse a sí mismo , una psicoterapia mediante la razón, de Lucien Auger.

Siempre me llaman la atención los libros que tratan de mostrar el origen de muchas de las emociones que conllevan al ser humano a sentirse, mostrarse, actuar o ser de tal modo y conociendo las posibles causas de esos comportamientos ser mas condescendientes para con ellos, porque quizás si tratamos por lo menos de dar alegría al que está triste, seguridad al inseguro y esperanzas al desesperanzado, las cosas estarían mucho mejor, y hacerlo con hechos porque nadie nos recordará por nuestros pensamientos secretos.

Les dejo algunos fragmentos de la conclusión del libro por si pueden usar estas palabras para ayudarse a sí mismos o a los demás:

“He aquí, que toca a su fin nuestro periplo a través de la ciénaga de los pensamientos no-razonables. Hemos recorrido sucesivamente las necesidades absolutas de:

Ser amado, las exigencias de perfeccionismo, los errores de la censura de uno mismo y de los demás, las exageraciones de nuestra tendencia al catastrofismo, las ilusiones que hacen que atribuyamos nuestras desgracias a los demás y al mundo, la parálisis del hedonismo a corto plazo, las falsas cadenas de nuestro pasado, las recriminaciones y las quejas ante una realidad muchas veces dura, y en fin, los socavones de la pasividad y de la inacción.

Yo desearía vehementemente que usted acabara esta lectura con la profunda convicción de que, simplemente por ser un ser humano, posee usted un espíritu que le permite liberarse de una gran parte de sus trastornos personales. Si usted utiliza su capacidad de pensar correctamente, si se empeña en expulsar de su espíritu aquellas ideas que son la causa principal de sus preocupaciones y se compromete valientemente en la acción, tiene usted muchas posibilidades de mejorar considerablemente su vida personal.”

Todos estos puntos sin duda alguna pululan entre nosotros, pero casi todo tiene solución si no podemos solos siempre hay alguien que espera poder ayudarnos.

Y recordemos siempre:
Si ayudamos a una sola persona a tener esperanza, no habremos vivido en vano.